martes, 13 de octubre de 2009

¡Hip, Hip... Hipatia!


Cuenta Luis Manuel Ruiz en su blog que a los pocos meses de comenzar a redactar Tormenta sobre Alejandría conoció la noticia del entonces proyecto de Alejandro Amenábar sobre Hipatia de Alejandría, una casi perfecta desconocida en la historia de la antigüedad y revivida ahora por arte y gracia de los mass media. Novelas, pseudobiografías, películas, páginas web y presumiblemente videojuegos nos retratraerán a una época fascinante y a la figura de una mujer cuya principal valía consistió en ascender al olimpo de la sabiduría en un tiempo dominado por el género masculino que arrinconaba al sexo opuesto a un papel pasivo y de servidumbre. No es de extrañar, por tanto, que su hallazgo -quizá Luis Manuel también escuchó hablar de ella en la serie Cosmos, de Carl Sagan- suscitara en los creadores contemporáneos nuevos motivos para incursiones artísticas.

Fue el caso de Luis Manuel que, a pesar de encontrarse con la gigantesca sombra del megalómano proyecto de Amenábar, decidió seguir adelante con una historia que, si bien no tiene a Hipatia como protagonista, sí la sitúa en un lugar destacado. En lo personal, me resulta cuando menos curiosa que la lectura de esta ya sexta novela en la trayectoria del escritor sevillano me haya coincidido con la de El nombre de la rosa -ese clásico que siempre va uno postergando entre el aluvión de novedades del mercado-, pues ambas guardan muchos puntos en común: el esclarecimiento de unos crímenes, la poderosa presencia de la religión y la decisiva intervención de los libros en el desarrollo de la trama.

Haciendo gala de su habitual estilo rico en metáforas y descripciones detalladas -se nota que Luis Manuel se ha empapado de manuales de historia para recrear convincentemente la época-, el autor de El criterio de las moscas hilvana una apasionante intriga repleta de personajes con muchos matices y donde la trepidante acción no está reñida con las discusiones filosóficas tan caras a la época y los diálogos trufados de citas bibliográficas. En Tormenta sobre Alejandría sentimos la arena penetrando en las sandalias, el aroma de las ambrosías gastronómicas, la irrefrenable sensación de caminar por los laberínticos pasillos de la famosa biblioteca. En su novela Luis Manuel ha rendido homenaje a una época irrepetible y, sobre todo, a una forma de entender el conocimiento hoy desaparecida, como las cenizas del tesoro impreso más importante de la humanidad.

4 comentarios:

  1. Querido Juan Carlos: mil gracias por reservarle un pequeño rincón en tu blog a una novela que lucha diariamente por no verse engullida por la marejada de Amenábar. La verdad es que tus palabras animan a echarle un vistazo. Un abrazo.

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  2. De nada, Luis Manuel. Da gusto leer cada una de tus novelas. Tenía más ganas de que se publicara que se estrenara la peli de Amenábar, que todavía no he visto. Un abrazo y a ver si vemos lo de la presentación.

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