viernes, 28 de diciembre de 2012

Viajar sentados

Sólo por el magnífico título elegido, este libro de César Antonio Molina debería figurar por derecho propio en nuestra cabecera. Lugares donde se calma el dolor (Destino, 2009) pertenece a esa rara especie de libros inclasificables que puedes abrir por cualquier página dejándote llevar por los dedos mágicos del azar. El resultado es idéntico en cualquier caso: una prosa exquisita, elegante, plagada de referencias culturales que nos obligarían a tomar nota de todo lo que leemos hasta descubrir que estamos escribiendo el mismo libro de C.A. Molina. Encuadrable en ese subgénero de los libros de viajes que honran la memoria de los escritores y sus obras -recuerdo ahora, por ejemplo, el Libro de réquiems de Wiesenthal, las Tumbas de poetas y pensadores de Nooteboom, o la Macedonia de rutas de Rivero Taravillo- esta voluminosa obra del no menos prolífico ex ministro y ex director del Instituto Cervantes goza de la siempre difícil facultad de tocar la sensiblidad de los letraheridos, aquellos que vamos rastreando las huellas de nuestros autores predilectos por dondequiera que nos lleven nuestros pasos.
La Trieste de Rilke, la Praga de Kafka y Orten, la Petrópolis donde se suicidó Zweig, el San Petersburgo de Pushkin, la Roma en la que agonizó Keats, el Nueva York de Henry James, el pequeño cementerio de Montmartre donde yace Truffaut... Lugares todos de peregrinación que hay que recorrer sin prisas ayudados por esta guía de viaje con vocación de biblia. Valga un ejemplo. Uno, que no pudo visitar la casa-museo Pushkin en la que murió el poeta tras batirse en duelo, tiene ahora la sensación de haber saldado su deuda gracias a la incisiva y evocadora pluma de Molina, quien recrea con tal minuciosidad de detalles la habitación que uno ya no podría decir que nunca estuvo allí.

1 comentario:

  1. El título me ha recordado a Epicuro, que definía la felicidad como ausencia de dolor. Tal como lo presentas, merece la pena leerlo. Cada vez me gustan más esos libros que mezclan todo.
    Acabo de terminar Democracia, de Pablo Gutiérrez. Tiene un estilo que condensa esa estética pop fragmentaria de los últimas décadas. Utiliza recursos formales directos, despiadados, metanarrativos, cinematográficos, del cómic,... Aunque no en el estilo, sí conecta con esa cultura (modo de vida) de los ochenta que aparece de fondo en tu libro. Sería interesante que hubiera una presentación y se pudiera dialogar de estos temas. Hay lectores que ya estamos cansados de la Guerra Civil y la postguerra. Además plantea el asunto de la crisis del modelo ecónomico y la crisis, también, de toda posible respuesta. No es precisamente un libro utópico. Ese realismo cotidiano, desganado e irónico, es, quizás, desesperanzador...
    Feliz año nuevo.
    Espero que sea un año de justicia, paz y creatividad.

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