viernes, 15 de febrero de 2013

Salmones remontando

La pesca del salmón en Yemen, de Paul Torday, fue la típica novela cuya prestancia creció con el boca a boca de sus lectores hasta convertirse en ese libro de fondo que ansían colocar en las librerías todos los escritores. La versión cinematográfica dirigida por el casi siempre amable y bien afincado en la industria norteamericana Lasse Hallström -en su haber, títulos como ¿A quién ama Gilbert Grape?, Chocolat, Casanova, Las normas de la casa de la sidra, Querido John o Una vida por delante- no ha despertado el mismo entusiasmo, pero sin duda responde a ese estilo correcto y algo almibarado que se ha convertido en marca de fábrica del realizador sueco. Al igual que sucedía en anteriores trabajos de Hallström, los principales recursos dramáticos se apoyan en la fortaleza de algunos actores, quienes logran -como se diría vulgarmente- echarse encima la película para otorgarle ese plus de viveza y expresividad que la saquen de esa atonía y ese color grisáceo y otoñal que suele tener el cine del director. En esta ocasión asumen esa labor Ewan McGregor y Kristin Scott Thomas, ambos geniales en sus respectivos papeles, él un científico de vida cuadriculada y desapasionada cuyos sentimientos más profundos salen a la luz al conocer al personaje encarnado por Emily Blunt, y ella una jefa de prensa proactiva que nos recuerda a cualquiera de los que poblaban la magnífica In the loop. Sin el trabajo de ambos, la sorprendente historia que se narra en La pesca del salmón en Yemen lo hubiera sido, nunca mejor dicho, sobre el papel, pero no sobre la gran pantalla. O dicho de otro modo, los salmones nunca hubieran remontado río arriba.

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