jueves, 17 de octubre de 2013

The Reader´s Diary (XXV)

Somos muchos los que tenemos como uno de nuestros imprescindibles libros de cabecera cinéfilos Vértigo y pasión (Taurus, 1998), el magnífico ensayo que el filósofo Eugenio Trías dedicó a la mítica película de Hitchcock. La reciente muerte del escritor no ha impedido que Galaxia Gutenberg haya reunido en un volumen algunos de los artículos que sobre el séptimo arte -una de sus grandes pasiones- dejó inéditos el autor de Lo bello y lo siniestro, y que se estructuran en torno a las producciones preferidas de algunos de sus directores más admirados: Coppola, Lang, Lynch, Tarkovski, Kubrick, Welles, Bergman y el propio Hitchcock de nuevo. La selección es reducida: podían haber sido algunos más y podían haberse estudiado más títulos de cada uno, pero el propio Trías reconoce que las que sí están eran ineludibles. El autor de De cine es consciente de los ríos de tintas que se han vertido sobre todas y cada una de las películas abordadas -y, de hecho, cita al principio de cada capítulo los títulos bibliográficos más relevantes sobre cada director-, así que su mirada es la de un espectador apasionado que no puede evitar exhibir su apabullante acervo cultural a la hora de desmenuzar secuencias, buscar símbolos y significados, rastrear anécdotas y, en definitiva, trascender la imagen para ir siempre más allá en un cuidado discurso que nos hará revisar, seguro, películas cuyas cualidades no supimos ver -Eyes wide shut, sin ir más lejos, para un servidor- o deleitarnos con detalles y lecturas que siempre enriquecerán el recuerdo que guardamos en nuestra memoria cinéfila. Eugenio Trías pertenecía a la estirpe de los que acudían al cine como a un templo sagrado, rindiendo tributo a un arte que, en estado de gracia, nos ha dejado esos fotogramas prendidos ya para siempre a nuestra retina. Este libro no es sino su personal homenaje a los creadores que lo hicieron y lo hacen todavía posible.
Un territorio mítico pueden también representar algunas librerías, y más en una época como la actual, en la que la bibliofilia cobra mayores visos de patología, de nostalgia acrecentada por un negocio que camina hacia la incertidumbre. Jorge Carrión, viajero incansable y explorador de librerías por los cinco continentes, nos regala en el volumen de título homónimo -con el que resultó finalista del Premio Anagrama de Ensayo- un entrañable y edificante recorrido por algunas de las librerías más famosas, grandes, encantadoras o recónditas del mundo. Carrión salta de uno a otro país, de una a otra ciudad, sellando su pasaporte invisible de librerías, haciéndonos visible su arquitectura interior y exterior, la historia que arrastra, sus anécdotas personales, su peculiar ordenación; traza un retrato a pinceladas de los libreros, rememora las películas que se rodaron allí, y evoca las dificultades puntuales para alcanzar algunas de ellas. Pero esta historia o viaje personal por las librerías no podía dejar de lado a los escritores cuyas obras les dan vida, así que Carrión también tiene tiempo para detenerse en la obra de algún autor, en recrear sus visitas de aprovisionamiento o en relatar sus encuentros con otros compañeros. Y en este aparente desorden expositivo, el libro de Carrión tiene muchos puntos en común con el de Trías, pues ambos prefieren deslizarse por la memoria personal, por cierta tendencia fetichista y compulsiva antes que por el rigor y el academicismo. Hay que agradecérselo a ambos.

2 comentarios:

  1. Hola, Juan Carlos, estoy en el último capítulo del de Trías y yo, que admiro su obra, tengo la sensación de que la muerte impidió necesarias correcciones. Hay cierta sensación de libro a medio hacer, una frecuente incomodidad leyéndolo. En algunas páginas se anuncian cosas de las que no se hablan o se repiten fragmentos ya dichos. El análisis de ciertas películas se limita a resumir el argumento y poco más. Trías no hubiera hecho eso nunca si hubiera tenido la oportunidad de repasar a fondo el libro. En mi opinión. Quizás esté equivocado. Saludos.

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  2. Quizá he notado lo de la repetición, pero eso es frecuente en ensayos de este tipo en que vuelves sobre las mismas ideas. A todos nos ha pasado. Probablemente Trías hubiera limado algunas cosas de haber tenido tiempo, pero también es cierto que puede que el libro nunca se hubiera editado y nos hubiéramos perdido sus reflexiones. Con los libros de carácter póstumo siempre tendremos esa duda. Saludos, Miguel Ángel.

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